lunes, 18 de febrero de 2008

carta abierta de un turista en su propia tierra

dime qué hizo que te siguiera escuchando.. qué impidió que te soltara
120 decibeles en tu cara de vaso plástico
tú sabes de qué estoy hablando y la audiencia, si presenció, puede
recordar el episodio.
que el concierto de naciones le tenga simpatía a los bolivianos no
quiere decir que los bolivianos tengan razón
20 millones de mexicanos pueden estar equivocados, su persecución
dolorosa de una reivindicación imperial que no llega me tiene sin
cuidado

no me importa en absoluto de donde viene el textil que utilicé,
estando ahí colgado en un mercado cualquiera de La Paz, lo único que
me llamó fueron sus colores. No hablé con ninguna señora portadora de
la maldición del tercer mundo trabajador, ni entrevisté a ningún
cargador de bolsas en la calle, ni me interesó la historia de ningún
niño lustra botas. Yo recogí ese textil como elijo el color de las
calcetas que me pongo. No me interesa la Historia con H grande ..
quiero cuentos, cuentos que me quedan a mí y a todos mis compañeros.
Que podemos vivir, no memorizar. Una historia como cuando juegas, que
las reglas duran cuanto dura el juego. Se acaba y te vas a otro lado.
¿Y los buses? esos carros de lata fueron hecho por presos de la
cárcel de San Pedro. ¿Crees que me interesan sus condenas o sus
delitos?. Fuí, ví ...y compré. Pagué lo que ellos pedían. Luego
trabajé en modificarlos como se vuelve a pintar un auto que participó
en un crimen. Los hacen en muchos otros lugares mencionaste, y bueno,
¿qué diferencia hace? si el verde con amarillo y el toyota rojo los
encontré ahí. Ahí por donde caminé.

Dijiste que debiese ser mi tarea investigar las fuentes de lo que
utilizo ..¿Por qué?
Dijiste que lo que hago extiende la ignorancia. No sé de lo que hablas.
Yo te digo ese cuaderno lo dejé abandonado en el baño del colegio
hace años. Si lo encontrara hoy sólo recogería su cubierta. Con ella
te enviaría una postal desde donde estubiese. Me llamas cínico, pero
yo soy un turista en tu cultura y junto a mi cámara de plástico sonrío.

No más la Historia que hay que heredar.
Me aburre. No la sé. No la entiendo.
Y aún así, hago.

Oscar Raby


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